jueves, 18 de junio de 2015

Alea iacta est.

Libertad. ¿Cómo puedes ser tan bonita? Tu belleza te ha impulsado a hacerte de rogar, y sé que por ello, has tardado tanto en llegar. No obstante, ya estás aquí. Junto a mi. Te prohíbo que te vuelvas a ir de mi lado, así, tan de repente. Te prohíbo abandonarme para dejarme caer en las manos de una presión que acabe absorbiendo todo lo poco que queda de mi vida como hasta ahora ha ocurrido en estas dos horribles, insufribles y tediosas semanas. Tu ausencia me ha enseñado a conocer tan sólo un poco más la hipocresía de esta absurda sociedad. Me ha enseñado a valorarte, tal vez aún más de lo que ya lo hacía. Y aún así tú no venías. Pero ya estás aquí, y no te pienso dejar ir. Nunca, nunca más. Libertad, tengo que reconocer que quizá tu carencia en mi durante todos y cada uno de estos días hayan sido en vano, quizá todas esas veces en las que te he añorado y no has llegado hayan sido inútiles. Inútiles, como tu huida. Llámame dramática o exagerada, pero ahora que has regresado y te he abrazado con los brazos bien abiertos no te pienso soltar. Eres mía, sólo mía, mi apreciada libertad. 

¡Cuánto te estoy disfrutando y cuánto te he echado de menos!

Tu repentina manifestación el día dieciocho de junio de dos mil quince a las dos y media de la tarde me ha inyectado un subidón de adrenalina e inspiración y es exactamente por ese mismo motivo por el que esta entrada te la dedico a ti, sólo a ti, desde el fondo de mi corazón.
Sé que soy una egoísta por dudar en que alguien haya podido llegar a comprender lo realmente mal que me ha sentado estar en manos de la desesperación, la soledad, el aislamiento y la obligación. Y sí, es completamente cierto y soy consciente de que en todo este tiempo no he sido la única persona en el mundo a la que has decidido desamparar, pero yo te he sentido muy, muy distante. Demasiado distante. Evidentemente siento que todo ha cambiado de alguna u otra manera y lo he acabado aceptando, como siempre. ¿Qué quedaba? Por lo que se ve, nada. No obstante he de decirte y, en parte, reprocharte, que no sólo yo he sido la única egoísta aquí. Que tú lo has sido aún más que nadie, porque sólo has pensado en ti. Te has querido asemejar a la realidad del ser humano, ese ser que sólo apuesta por él y no piensa nada más que en sí, sin tener en cuenta los sentimientos de los demás. Es posible que tal vez siempre hayas sido así y que hasta ahora no me haya dado cuenta. Mas, pese a todo, contigo no puedo enfadarme. Claro que me ha molestado, me ha molestado tanto porque te has empeñado en hacerme ansiarte en este gran mundo de caos, me has hecho aborrecer tanto los folios de papel en blanco como los folios de papel caracterizados por millones de palabras impresas a la vez, los bolígrafos bic azules, y sobre todo me has distanciado de aquella perfecta relación con el amor de mi vida, mi cama. Por todo esto y más... ¿Sabes? No quiero que te vuelvas a marchar, y aunque sé que lo harás pienso aprovecharte al máximo, como si no hubiera un "mañana". Más que nada porque te fuiste sin decir adiós, y eso no te lo perdono. Ni siquiera me dejaste en el refrigerador la típica nota de decoración en la que me proporcionabas la fecha de tu regreso, "18". Ese numero tan perfecto y que se encuentra tan lleno de tristes recuerdos. 


Me rehúso a pensar en toda la fatalidad que me has hecho expulsar durante estos tres días, lo hecho, hecho está. Aunque ya sabes, sabes perfectamente que la mala suerte siempre me ha acompañado y esta vez, no iba a ser menos. Intento pensar que lo has hecho por mi bien pero, lo siento, no ha servido para nada. Solo ha servido para alimentar a todas estas quejas que se encontraban guardadas para ti. Porque ya conoces mi faceta quejica. Esa que, por mucho que lo intente, nunca me abandonará. 
¿Y qué más? Ah, sí. Tengo que darte algo, a ti, que has sido la única que lo ha hecho después de todo: Gracias por regresar. Mi adorada libertad. A pesar de todos estos reproches, hoy me has hecho extremadamente feliz, y ese sentimiento de sentirme completamente libre y realizada solamente me lo podías proporcionar tú. Tú, y nadie más. Así que quédate conmigo, y los demás...

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